jueves, 10 de noviembre de 2011

La idea...

Siempre había pensado que el geógrafo, el rey, el borracho, el farolero, el zorro, los baobabs y ,sobre todo, esa extraña rosa, no eran lo que un niño de 6 años buscaba antes de ir a dormir.
Sin embargo, casi 30 años despues, el Principito se ha convertido en un libro mágico y cada vez que lo leo extraigo de él un significado distinto, siempre en sintonía con un estado de ánimo, de 'lógica locura' o de 'ilógica cordura'.

Por si alguien tiene la suerte de no haberlo leído todavía ahí va un breve resumen: el Principito vive en un pequeño planeta donde comparte sus días con tres pequeños volcanes (dos de ellos activos y uno durmiente) y con una rosa. Un día decide abandonarlo (sus razones serán las conclusiones que cada lector extraiga del cuento) y emprender un viaje para descubrir por qué no logra ser feliz. Esta aventura le llevará a visitar seis planetas cuyos habitantes representan 'el vacío' en el que podemos convertir los adultos nuestras vidas si dejamos atrás lo esencial. El séptimo planeta es la Tierra, allí conoce al narrador de la historia, un  piloto cuyo avión acabó estrellándose en mitad del desierto por una avería.
Entonces.... entonces léelo porque merece la pena.

Y, al igual que en el cuento, aquí comienza un viaje por pequeños mundos de los que siempre aprenderé algo.Mi agradecimiento a sus habitantes que, sin saberlo, son los que escriben estas historias. Desde un punto de vista sencillo, optimista, curioso y algo tozudo, aquí aparecerán aquellos momentos que me llamaron la atención y que no merecen estar encerrados.

Porque ya tengo los pies bien sujetos al suelo, dejaré que la cabeza vuele y construya un mundo lo más amarillo posible.

Sin ninguna pretensión más...