miércoles, 28 de diciembre de 2011

43 puestas de sol

"- ¿Sabes...? cuando se está tan triste a uno le gustan las puestas de sol...
- El día de las cuarenta y tres veces estabas entonces muy triste ? Pero el principito no respondió."

Si me preguntaran qué momento del día es aquel con el que más me identifico no dudaría en contestar que las puestas de sol. Las prefiero antes que los amaneceres o la plena luz del día porque es en ese momento cuando empiezas a ser tu mismo, da igual que  atrás quedara un duro día de trabajo o un relajado día de campo. En ese momento el mundo deja de exigirte, y empiezas a exigirte tú.

Es la hora en la que tus fantasmas trepan por las paredes como sombras alimentadas por el silencio  (siempre aparecen y es algo que no puedes evitar). Unos pertenecen a tu pasado, su presencia es capaz de anular tu sonrisa, otros forman parte de tu presente y, si los dejas, anidarán en un punto indefinible a la altura de tu estómago, los demás son tu futuro y vienen rodeados de una 'neblina' que te impedirá pensar con claridad. Te miran, los miras y te haces la pregunta '¿Que voy a hacer hoy con vosotros?'.

Y es que todos tenemos nuestros fantasmas, solemos verlos con facilidad aunque ocultamos las armas de las que disponemos para combatirlos. Puede ser esa persona que está a tan sólo una llamada de teléfono de distancia o esa canción que hace que te olvides de todo porque de tanto oirla ya ni siquiera  la escuchas sino que la sientes o esa peli en la que viste lo que querías, como tú querías. Puedes también devorar las palabras de un buen libro, o vomitarlas escribiendo (como estoy haciendo yo hoy).

Busca tus armas, aprende a usarlas y llegará un momento en el que serás dueño de tu sonrisa, se desatarán los nudos del estómago y decidirás si quieres o no ver el sol con claridad. Serás capaz de dejarles entrar un día y darte un baño de nostalgia (que molan muuucho). Al fin y al cabo tú los creaste, tú los controlas...

No, las puestas de sol no deben asociarse con la tristeza. Son para valientes y el mundo está lleno de ellos.
Todas las pequeñas historias que aparecen en este blog han sido escritas de noche ¿cuando si no?

Feliz 2012

miércoles, 21 de diciembre de 2011

¿Tener inteligencia o ser inteligente?

Nos han educado pensando que el coeficiente intelectual constituye un muro infranqueable en nuestras aspiraciones, una especie de 'miopía cerebral' ante la cual no hay corrección posible, la graduación se determinaba en función de unos "test de aptitud" que, desde nuestra infancia, deciden  nuestro futuro académico, profesional e incluso personal: tú a ciencias, tú a letras, tú a casa...Injusto, cruel y muy alejado de la realidad.

¿Por qué personas de notable inteligencia no logran la plenitud en sus carreras profesionales o en sus relaciones personales mientras que otras con menos recursos intelectuales sí lo hacen? ¿Qué es lo que falla?
No somos tontos, pero de verdad que lo parecemos.
Añadamos una pizca de emoción al asunto... a ver que sale.

Hagamos un poquito de memoria, sólo un poco
Desde hace millones de años nuestros antepasados utilizaron las emociones básicas en tareas relacionadas con la supervivencia, miedo para huir, ira para atacar. Matar o morir, así de crudo. Afortunadamente hoy en día el mundo ha cambiado y los retos a vida o muerte han desaparecido de nuestra rutina, este cambio de entorno se ha producido en un período de tiempo muy corto (unos 200 años). Nuestras vidas han cambiado, y creo que nuestro cerebro aun no ha tenido tiempo de adaptarse.

Somos emocionalmente primitivos,  percibimos una gran cantidad de emociones pero seguimos teniendo opciones muy limitadas a la hora de responder ante ellas. Siempre nos pasamos o no llegamos, huimos o atacamos, 'matamos' o 'morimos'. Y esto, vaya por Dios, no se enseña en las escuelas.

Y lo siento pero no me vale la excusa 'es mi carácter' porque creo que  el temperamento no marca nuestro destino. Los genes nos imponen una tendencia inicial hacia una respuesta u otra, nada más. El resto es echar balones fuera.

Si fuesemos capaces de identificar como nos sentimos, con nosotros mismos y con los que nos rodean,  nuestra inteligencia 'física', en la medida de sus posibilidades, se encargaría de dar la respuesta adecuada.

Y es que tener inteligencia no basta para ser inteligente. Hay que aprender a usarla. ¿Podremos  hacerlo?

Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo
         Aristóteles

domingo, 18 de diciembre de 2011

El mundo amarillo

Me gusta como suena "mundo amarillo" quizá porque hay muchas cosas buenas que empiezen por "am" o porque es algo que todos tenemos y a lo que nunca supimos dar nombre. Conocí el mundo amarillo en  uno de estos viajes que de vez en cuando me da por hacer, de esos en los que el maletero va vacío y tan solo te acompañan un par de libros, tu videojuego favorito, tu música, una botella de licor y toda la comida precocinada que puedas consumir.

Esta vez le tocó el turno a Albert Espinosa, un tipo al que vi en una entrevista en televisión poco tiempo atrás; es una de esas personas que derrocha vitalidad, ganas y entusiasmo por los cuatro costados a pesar, o quizá como consecuencia, de una salud que a punto estuvo de darle pasaporte en más de una ocasión. Sea por la razón que fuere su energía es contagiosa y su optimismo estimulante.

Pero ¿qué es el mundo amarillo?. No es un mundo imaginario ni ideal sino que se alimenta de la realidad que nos rodea, en el que se conciben los sueños, en el que las pérdidas no son tales y en el que las verdades no son nunca ilusiones rotas. Un mundo habitado por, como no podía ser de otra forma, 'amarillos'.

Los 'amarillos' son aquellas personas que, de repente, aparecen en tu vida e influyen en ella de una manera extraordinaria. No hay reglas al respecto, pueden aparecer entre tus familiares, amigos, amantes o ser perfectos desconocidos. Pueden estar contigo años, meses o tan sólo minutos pero siempre agradecerás su cercanía, su contacto, su ternura, sus abrazos. No es necesario verles a menudo ni mantener un contacto continuo con ellos. La relación con un 'amarillo' no es fruto del azar ni de las coincidencias, están ahí para ti, simplemente debes aprender a reconocerlos. Permanecerán en tu vida hasta que cumplan su cometido y luego desaparecerán de la misma forma que aparecieron porque tienen, y deben tener, una fecha de caducidad.

Los 'amarillos' no se pierden ni se ganan, siguen su camino y,  por difícil que resulte a veces,  no debes alterarlo porque entonces dejarían de serlo. No son amigos ni amores, están a otro nivel y ah!! un pequeño detalle, si se van, no vuelven.

Me gusta esa forma de entender las relaciones entre las personas, le da sentido a muchas cosas. Los 'amarillos' no son fáciles de encontrar, los míos podrían contarse con los dedos de una mano. Pueden estar en el autobús que te lleva a diario a tu trabajo, puede ser un vecino, alguien que viste mientras esperabas tu vuelo en el aeropuerto, un compañero, un amigo o un amante.

Abre tu mente y sal a buscar tus 'amarillos', puede que los encuentres o que te encuentren ellos a tí, en cualquier caso, siempre ganarás.