"- ¿Sabes...? cuando se está tan triste a uno le gustan las puestas de sol...
- El día de las cuarenta y tres veces estabas entonces muy triste ? Pero el principito no respondió."
Si me preguntaran qué momento del día es aquel con el que más me identifico no dudaría en contestar que las puestas de sol. Las prefiero antes que los amaneceres o la plena luz del día porque es en ese momento cuando empiezas a ser tu mismo, da igual que atrás quedara un duro día de trabajo o un relajado día de campo. En ese momento el mundo deja de exigirte, y empiezas a exigirte tú.
Es la hora en la que tus fantasmas trepan por las paredes como sombras alimentadas por el silencio (siempre aparecen y es algo que no puedes evitar). Unos pertenecen a tu pasado, su presencia es capaz de anular tu sonrisa, otros forman parte de tu presente y, si los dejas, anidarán en un punto indefinible a la altura de tu estómago, los demás son tu futuro y vienen rodeados de una 'neblina' que te impedirá pensar con claridad. Te miran, los miras y te haces la pregunta '¿Que voy a hacer hoy con vosotros?'.
Y es que todos tenemos nuestros fantasmas, solemos verlos con facilidad aunque ocultamos las armas de las que disponemos para combatirlos. Puede ser esa persona que está a tan sólo una llamada de teléfono de distancia o esa canción que hace que te olvides de todo porque de tanto oirla ya ni siquiera la escuchas sino que la sientes o esa peli en la que viste lo que querías, como tú querías. Puedes también devorar las palabras de un buen libro, o vomitarlas escribiendo (como estoy haciendo yo hoy).
Busca tus armas, aprende a usarlas y llegará un momento en el que serás dueño de tu sonrisa, se desatarán los nudos del estómago y decidirás si quieres o no ver el sol con claridad. Serás capaz de dejarles entrar un día y darte un baño de nostalgia (que molan muuucho). Al fin y al cabo tú los creaste, tú los controlas...
No, las puestas de sol no deben asociarse con la tristeza. Son para valientes y el mundo está lleno de ellos.
Es la hora en la que tus fantasmas trepan por las paredes como sombras alimentadas por el silencio (siempre aparecen y es algo que no puedes evitar). Unos pertenecen a tu pasado, su presencia es capaz de anular tu sonrisa, otros forman parte de tu presente y, si los dejas, anidarán en un punto indefinible a la altura de tu estómago, los demás son tu futuro y vienen rodeados de una 'neblina' que te impedirá pensar con claridad. Te miran, los miras y te haces la pregunta '¿Que voy a hacer hoy con vosotros?'.
Y es que todos tenemos nuestros fantasmas, solemos verlos con facilidad aunque ocultamos las armas de las que disponemos para combatirlos. Puede ser esa persona que está a tan sólo una llamada de teléfono de distancia o esa canción que hace que te olvides de todo porque de tanto oirla ya ni siquiera la escuchas sino que la sientes o esa peli en la que viste lo que querías, como tú querías. Puedes también devorar las palabras de un buen libro, o vomitarlas escribiendo (como estoy haciendo yo hoy).
Busca tus armas, aprende a usarlas y llegará un momento en el que serás dueño de tu sonrisa, se desatarán los nudos del estómago y decidirás si quieres o no ver el sol con claridad. Serás capaz de dejarles entrar un día y darte un baño de nostalgia (que molan muuucho). Al fin y al cabo tú los creaste, tú los controlas...
No, las puestas de sol no deben asociarse con la tristeza. Son para valientes y el mundo está lleno de ellos.
Todas las pequeñas historias que aparecen en este blog han sido escritas de noche ¿cuando si no?
Feliz 2012
Feliz 2012
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