jueves, 11 de julio de 2013

Una noche en blanco

Dicen que las noches en blanco presagian días negros. Dicen... Hoy me he rapado el sueño al cero, y esta noche soy, en estricto desorden:

La luz (50 watios)  que ilumina mi mundo.
Cortazar, con su  Rayuela y su capítulo 7.
El olor de la cena que tomaré mañana.
Una reunión sin ganas.
Groucho  riéndose de su mundo y yo del mío.
Las cosas que hice ayer.
Las cosas que no haré mañana.
Un paseo por youtube.
Un paseo por facebook.
Un paseo por la cama.
Un zumo de naranja.
Tú.
El mensaje que envío.
El mensaje que me callo.
Quique González como siempre, arañando verdades hasta que sangran.
Lo que se pierde en el tiempo, pero no en mi memoria.
El agua caliente sobre mi cabeza.
Lo que no puedo narrar (pero sí podéis imaginar, hacedlo a lo grande).
El silencio de la voz que necesito.
Un bostezo.
Mi legítima estupidez.
El autógrafo que hoy miente en mi cuello.
Tu autógrafo, en el de otros.
Los hielos que faltan.
Las horas que sobran.
El segundo que pedí hablar, el mundo que me llevará callar.
El perro de la vecina del séptimo.
Las fotografías que no quiero mirar.
La chulería de Bunbury.
Ganas, muchas.
Aquellos que compartieron mis Lunes.
Las tonterías que escribo.
El cielo de mi habitación, el infierno de la tuya.
Una  noche sin sueño, con sueños.
Matemáticas, fisíca y la puta química.
La adolescencia de hace unos minutos.
La madurez de dentro de unas horas.
El borracho que ahí fuera canta sus verdades al pecho de la luna.
El sobrio (todo se andará) que aquí dentro escribe mentiras a la espalda de la calle.
Los párrafos en los que cabe todo y todo cabe (punto y amarte).
Una copa, otra.
Lo que escribo sobre la mesa (mi cama) y leo desde la cama (mi suelo).
Ferreiro, cebo para mis oídos revueltos.
Chocolate.
El recuerdo de mañana.
Una carta de poker.
La envidia por los cuentos que me gustaría haber escrito.
Las historias tras esas ventanas encendidas que alguien, ójala, esté escribiendo.
Una bombilla fundida.
Una lengua mordida.
El cine sin ti.
Lo que se olvida pronto y se recuerda tarde.
El desperezo de un gato.
La botella sin agua, el vaso con hielo.
Chocolate, ¿he dicho ya chocolate?.
Los cinco kilómetros de ayer y los seis de mañana.
Dune.
El Retiro antes, el Retiro después, el Retiro, siempre.
De nuevo Cortázar, de nuevo su Rayuela y de nuevo ese capítulo 7.
La soledad de un semáforo.
Wagner.
Veranos largos y primaveras de un segundo (gracias Joaquin).
El click de un ratón.
Mi sombra dormida.
La manzana que me estoy comiendo.
Una cabellera rubia (bueno dos).
Las sonrisas perfectas y sí, lo mucho que asustan.
Un cigarro mal apagado, otro bien encendido.
Lo que estarás soñando ahora.
Un dado sobre el suelo.
El ‘ciudadano’ y su Rosebud.  Yo y los míos.
Un poema vivo clavado en un árbol muerto.
Ese garito, el sabor de su música y el sonido de sus besos.
El aire que no entra por la ventana.
La alfombra de folios llenos de tí (y eso que no tengo nada que decirte).
Mi película y sus errores de casting.
Mi cuarta vida, yo que pensaba que solo tenía una.
Mis malos textos y vuestra buena música.
Mi próximo viaje.
Mis puños cerrados porque algo bueno viene detrás.
Mis ojos abiertos a la madrugada, porque algo bueno tuvieron delante.
Estambul. La ciudad que, como algunas películas, algunos libros y algunas espaldas, nunca se acaba.
La luz (50 watios) que ya no ilumina mi mundo.
El  despertador que resucita las calles.
El día que acaba antes de haber empezado.
El sueño que entra cuando yo salgo.

Y una vida que cabe en una sola noche, eso sí, en estricto desorden





Per Gessle: "I have a party in my head"

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