Despertarme a su lado, ducharme con su mirada clavada en la espalda, afeitarme mientras su sonrisa espía desde el otro lado del espejo, vestirme sin dejar de mirarla, acercarme a la cama, retirar la sábana que ya apenas la cubre, perderme en su pelo y susurrarle al oído:
Advertir como su sonrisa se acentúa mientras sus manos dibujan mi rostro y las mías el suyo. Respirar su aliento y escuchar como entonces, sus labios, me silban un secreto:
- El que sueña cariño, eres tú.
Un despertador. Y de nuevo ducharme, afeitarme, vestirme.
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