jueves, 25 de abril de 2013
Parchís
Recuerdo el curso del 84 como se recuerdan los goles en el último minuto.Yo fui la ficha roja, ella la amarilla. Mi vida transcurría con un balón pegado al pie, unos cuantos cromos a las manos, y un par de 'me gustas' en su libro de matemáticas. La suya con una goma en los tobillos, muelles en los zapatos y alguna nota furtiva en mi pupitre. Fue una tarde de finales de Junio cuando, al bajar de aquel escenario mecidos por el eco de unos aplausos que aun quemaban manos, tiré los dados y, al fin, me la comí. Dicen los que lo vieron que cerró los ojos. Ella se fue a casa y yo terminé el curso contando una sonrisa y lo comencé derramando veinte lágrimas que, no me preguntéis cómo, cayeron sobre otro tablero, en otra partida, y con otras fichas. Y ella se perdió dentro de aquel verano, o en mis sueños, o en esta canción, o en un microrrelato cualquiera: convertida en un déjà vu constante. Y yo, en niño de nuevo.
Ja!
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