martes, 16 de abril de 2013

El primero que ría




Esto va en serio, y lo saben. Uno a cada lado de la mesa. Se guardan la risa en los bolsillos y comienzan a jugar. El primer plato llega humeante, lo devoran sin apartar la vista el uno del otro. La presión es asfixiante y ambos están a punto de ceder, no lo hacen. Duelo de miradas a la luz de las velas, manos entrelazadas, lluvia de vino y truenos de cristal. El segundo no decepciona, lo saborean y se sienten más seguros de su victoria. Una botella vacía preside un silencio cómodo e interesado. Deciden no pedir más. El aroma a café parece recordarles tiempos pasados, lo toman solo y sin azucar. Su gesto sigue imperturbable y sus miradas ya no pesan. Ella saca un bolígrafo del bolso y escribe algo en una servilleta, sin dejar de mirarle. Él lee y, a su vez, responde sobre otra.

- "El primero que ría, gana".

- "Tarde".

Como cada domingo desde que tengo memoria, él pone el abrigo sobre sus hombros y ella coge su brazo. Les abro la puerta y abandonan el local mirándose aunque, algo me dice, que ya  sin verse.







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