domingo, 30 de diciembre de 2012
El cenicero
Arrancó el regalo de su mano temerosa y lo dejó junto a la botella sin notar en su mirada que las quemaduras de su brazo iban dejando huella.
sábado, 29 de diciembre de 2012
Calor
Apenas me aventure unas pocas líneas, mi relato comenzará a derretirse. El proceso siempre es el mismo, la temperatura del papel sobre el que escribo aumenta con cada palabra. Las primeras desaparecen envueltas en un olor a pólvora quemada, bailan las unas con las otras, se mezclan, se funden y surcan el aire entre volutas de papel carbonizado. La velocidad se incrementa por momentos y las líneas pierden su horizonte mientras se ennegrecen y emprenden el vuelo. El calor es entonces tal, que la tinta se evapora en el instante justo de tocar el papel y mis dedos se estiran y contraen buscando un alivio imposible mientras luchan por seguir escribiendo.
Entonces no puedo más que saltar de la silla, ponerme cómodo, atenuar la iluminación y dejar que mi mano dibuje entre el humo la obra de arte que no tuvo tiempo de plasmar sobre el papel.
martes, 18 de diciembre de 2012
Venganza
La partida había comenzado. A un lado de la mesa Lovecraft y Herbert, al otro Ende y Tolkien. Sobre ella un tablero blanco. Prometeo sonríe mientras lanza dos dados de infinitas caras.
En el Olimpo, Poseidón, Afrodita, Apolo y Atenea guardan silencio mientras Zeus dicta sentencia: "Todo está perdido".
lunes, 17 de diciembre de 2012
Cada cosa a su tiempo
Todo ha cambiado mucho desde que regresamos de aquellas vacaciones. Mamá anda todo el día con las gafas de sol puestas, dice que es conjuntivitis aunque yo no sepa que es eso. Lo de la cebolla sí lo entiendo así que no me preocupa verla llorar en la cocina.
La enana sigue tan rebelde como antes, en ocasiones tengo que perseguirla para evitar que vaya dejando sus cosas desperdigadas por ahí; creo que huelen a cebolla por eso mamá sufre tanto al recogerlas. Yo por si acaso también recojo mis juguetes, me he vuelto un niño muy ordenado.
Muchas tardes suena una canción en el salón, no entiendo lo que dice pero, al ver a mamá, supongo que debe hablar no de una, sino de cientos de cebollas juntas.
Al acostarme me hago el dormido y nunca me arropo, papá lo hace cuando viene a darme un beso de buenas noches. Entonces abro los ojos y le cuento que no me gusta la cebolla, que mamá a veces parece un fantasma y me asusta, que tengo ganas de estrenar el coche que nos regaló el abuelo tras aquel verano y, sobre todo, le pido que algún día me enseñe lo que ya ha enseñado a mi hermana porque me cuesta mucho atraparla cuando atraviesa las paredes.
domingo, 16 de diciembre de 2012
Fundido a negro
Durante el último mes se me han caído las palabras. Sin ambages, sin máscaras. Caían al suelo y les daba una patada. Algunas se unían formando pequeñas historias, otras se quedaban en el camino pero todas terminaban sangrando en mi cabeza. Al tratar de asearlas y ordenarlas, morían así que las dejé tal y como me iban llegando.
En ese período conocí el valor y el miedo, hice un hueco a la ilusión, de esa engañosa que gastan los prestidigitadores y magos de salón pero también a aquella otra que me hacía ver el sol cada mañana de color amarillo, muy amarillo. Gané mil batallas y perdí alguna que otra guerra. Me sentí alegre y triste, orgulloso y decepcionado, deseado y denostado, confiado y celoso, agradecido y ofendido, rebelde y conformista, solo y arropado, experimenté el nerviosismo en estado puro y la más absoluta tranquilidad, golpeé con fuerza y me lo devolvieron duplicado, puse un día a cada noche, soñé y desperté, construí y derribé, caminé y tropecé, insulté y adulé, enseñé y aprendí. Viví.
Desde que empecé en esto del cine lo oigo cada día pero...
-Corten!!!!!. Estupendo Al. Fundido a negro y a positivar!!!
Y en ello estoy. Aunque me da que ya no se hacen guiones así.
En ese período conocí el valor y el miedo, hice un hueco a la ilusión, de esa engañosa que gastan los prestidigitadores y magos de salón pero también a aquella otra que me hacía ver el sol cada mañana de color amarillo, muy amarillo. Gané mil batallas y perdí alguna que otra guerra. Me sentí alegre y triste, orgulloso y decepcionado, deseado y denostado, confiado y celoso, agradecido y ofendido, rebelde y conformista, solo y arropado, experimenté el nerviosismo en estado puro y la más absoluta tranquilidad, golpeé con fuerza y me lo devolvieron duplicado, puse un día a cada noche, soñé y desperté, construí y derribé, caminé y tropecé, insulté y adulé, enseñé y aprendí. Viví.
Desde que empecé en esto del cine lo oigo cada día pero...
-Corten!!!!!. Estupendo Al. Fundido a negro y a positivar!!!
Y en ello estoy. Aunque me da que ya no se hacen guiones así.
sábado, 15 de diciembre de 2012
Fantasías
"Llegó a casa tras un largo día de trabajo y, como cada día, besó a su mujer con cariño y se puso a revisar las facturas que había recogido del buzón. Como cada día, cenaron y hablaron de los sinsabores de la jornada, del precio de las cosas, de la subida del paro, del tiempo y del amante de la vecina del cuarto. Cuando se sentaron en el sillón la película que por el cansancio nunca acababan de ver ya había comenzado y ella, como cada día, le despertó cuando llegó la hora de tachar una nueva fecha en el calendario. Bajan el telón durmiendo juntos y pensando en un nuevo color con el que pintar el salón... como cada día, por siempre."
Al calor de una hoguera en los pies del Monte del Destino, Bilbo dió una calada a su pipa mientras disfrutaba de aquellos ojos desorbitados en sus rostros. A Gandalf y a Frodo les encantaban las leyendas fantásticas del tío.
No culpable
De la extraña naturaleza del incendio nada puedo aportar, ignoro si esas luces de colores que dicen haber visto elevarse como bengalas sobre las llamas son su causa o su consecuencia. Por ello debo declarame 'no culpable' aunque créame si le digo, señor juez, que aquella noche ni ella ni yo podríamos certificar nuestra inocencia.
El gordo
Subía los escalones de dos en dos dejando tras de sí una vorágine de
decibelios en forma de bienintencionados villancicos. Debía darse prisa pues
sólo tenía diez minutos antes de que le echaran en falta y subieran a buscarle.
Mientras ascendía pensaba en cómo había llegado a odiarle tanto, donde había perdido
la ilusión y la magia de entonces. La primera vez que le visitó le dejó una pistola
de juguete, de esas que disparaban pelotas de poliespan y que ahora su
imaginación convertía en una Magnun calibre 44 con el cargador vacío tras
llenar de plomo su enorme trasero. Luego llegó aquel camión teledirigido
reconvertido ahora en el diablo sobre ruedas con el que atropellar con saña su
excelsa humanidad, una y otra y otra vez. Qué decir del karaoke del año
siguiente, en su mente resonaba un gutural HO HO HO amplificado por los
micrófonos que le había hecho tragar. Por no hablar de aquel mecano con sus
poleas, cuerdas y tornos oh! medieval artilugio de tortura y sodomía.
Casi había terminado, iba holgado de tiempo. Este año podría ajustarse bien la barba. Risas nerviosas subían ya por la escalera,"¿donde está papá? Se lo va a perder de nuevo" escuchó justo antes de entrar por la terraza.
Casi había terminado, iba holgado de tiempo. Este año podría ajustarse bien la barba. Risas nerviosas subían ya por la escalera,"¿donde está papá? Se lo va a perder de nuevo" escuchó justo antes de entrar por la terraza.
viernes, 14 de diciembre de 2012
El jardinero
Nadie conoce su secreto, los más afamados expertos en la materia estudian sus técnicas, copian sus pautas, revisan sus más elementales principios y todo es en vano.
Sus logros son extraordinarios. Una rosa de color azul brotando de una piedra, gardenias creciendo sobre el rail de un ferrocarril, tulipanes emergiendo de la arena de la playa, orquídeas sobre una capa de hielo o un gladiolo sobre el asfalto.
Ahora contemplaba con cierto aire melancólico su última creación, una malva que aparecía radiante entre los despojos de un barco naufragado. Con una sonrisa de agradecimiento y, tras limpiar con él sus ojos vidriosos, el jardinero me devuelve el pañuelo que le había tendido y se aleja caminando en silencio.
Al llegar a casa no podía dar crédito a aquello que asomaba en el bolsillo izquierdo de mi pantalón. Me hubiese gustado conservarlo pero es una lástima que un pañuelo no sea el lugar adecuado para que aquel narciso amarillo perdure demasiado.
Sus logros son extraordinarios. Una rosa de color azul brotando de una piedra, gardenias creciendo sobre el rail de un ferrocarril, tulipanes emergiendo de la arena de la playa, orquídeas sobre una capa de hielo o un gladiolo sobre el asfalto.
Ahora contemplaba con cierto aire melancólico su última creación, una malva que aparecía radiante entre los despojos de un barco naufragado. Con una sonrisa de agradecimiento y, tras limpiar con él sus ojos vidriosos, el jardinero me devuelve el pañuelo que le había tendido y se aleja caminando en silencio.
Al llegar a casa no podía dar crédito a aquello que asomaba en el bolsillo izquierdo de mi pantalón. Me hubiese gustado conservarlo pero es una lástima que un pañuelo no sea el lugar adecuado para que aquel narciso amarillo perdure demasiado.
lunes, 19 de noviembre de 2012
El castañazo
Era una tarde como otra cualquiera, sobre la mesa dos vasos
de vino y, flotando en el aire, el reflejo verde de sus ojos y una pregunta,
una pregunta sencilla. Y ella la pensó, la analizó, la procesó, la sopesó,
la calibró, la meditó, la repitió, la estudió, la estimó, la argumentó, la examinó, la ponderó, la
razonó, la deliberó, la desmenuzó, la consideró, la tanteó, la apreció, la justificó
y, al fin, la respondió.
Era una tarde como otra cualquiera, sobre la tumba un
ramo de flores y, flotando en el aire, el reflejo verde de sus ojos y una respuesta, una respuesta sencilla.
Una castaña madura, al caer de un árbol cercano, se dirigía extrañamente hacia su cabeza.
Una castaña madura, al caer de un árbol cercano, se dirigía extrañamente hacia su cabeza.
jueves, 15 de noviembre de 2012
El viaje
Justo antes de que se cerraran las puertas del ascensor,
tres extraños entraron y nos hicieron compañía. Te saludaron con cariño, te
preguntaron como fue el día en el colegio y cuantos años tenías y tú, silenciosa, nerviosa y vergonzosa, te aferraste
con fuerza a mis piernas y clavaste la mirada en el suelo.
Al cuarto piso, allí
nos dirigíamos, y yo, mientras te acariciaba el pelo, pensaba en el tiempo
transcurrido desde que realicé un viaje tan largo como el que tú estabas
realizando ahora.
jueves, 8 de noviembre de 2012
Sonidos
Reconozco que para oídos no entrenados la apreciación de
ciertos sonidos es como poco improbable. Llevo doce años desempeñando mi labor
profesional con suma dedicación y he aprendido a clasificarlos según su
intensidad y cadencia. En unas ocasiones son secos e
intermitentes como pasos acercándose, en otras son más prolongados y agudos, similares al que
realiza la tiza al deslizarse por la pizarra y, otras veces, son sutiles y apagados
como puñetazos sobre una almohada. Es
muy común que lleguen acompañados de voces y gritos cuya naturaleza no
me siento capaz de describir.
En nombre de mis compañeros de profesión y en el mío propio,
espero que entiendan nuestro permanente carácter
arisco y agresivo, pues está sustentado por un profundo desprecio hacia la raza
humana.
Mi nombre es ‘Tor’ y soy el perro guardián de este cementerio.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
San Valentín
Hoy te veo radiante, orgullosa y feliz. Caminas por la
acera casi sin tocar el suelo, levitando sobre mil y una ilusiones, embriagada
de felicidad y con la sonrisa grabada a fuego. Saludas con inusitada vehemencia al cartero que
a punto está de besar el suelo ante tal torrente de femenina voluptuosidad. Te
quitas los zapatos de tacón y corres para atrapar el autobús, lo logras y te
pierdes en su interior.
Y yo, testigo mudo de tu vida al otro lado de la pared, me pregunto: ¿qué te puede haber regalado, que compense el año
que te ha hecho pasar?
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